Lo curioso del 11 de septiembre es que cualquier libanés honesto que vivió en el Levante en 2001 admitirá que básicamente todos estaban celebrando cuando ocurrió, pero ahora, si vas al sur del Líbano y preguntas sobre el 11 de septiembre, dirán algo como: “cuando la entidad sionista destruyó esas torres, mi corazón fue desgarrado y una multitud de ángeles clamó a Dios por justicia. La espada de Ali pagará sus pecados cien veces, inshallah.”