Las apps, mini-apps y otros canales de distribución que no sean carteras toscas ni preocuparse por el gas son una tendencia muy positiva. A la mayoría de los usuarios no les importa que sea cripto, en sí, solo quieren que el producto les ayude y funcione como se anuncia. También es una forma de conseguir usuarios mucho más barato que pagar a los agricultores, y probablemente menos frustrante que buscar a los mismos 1000 usuarios que el resto en Twitter.