Si las hormigas pudieran hablar, los túneles de algunas colonias resonarían con gritos de: "¡La reina ha muerto, viva la reina!" Totalmente devotos a sus matriarcas, estos insectos sociales a veces sufren cambios de régimen, cuando un usurpador se infiltra en una colonia de hormigas establecida, mata a la reina anfitriona y persuade a las trabajadoras residentes para que la sirvan en su lugar. Pero, como informan los científicos, algunas de estas llamadas reinas parásitas emplean una estrategia aún más astuta, que parece sacada directamente de la tragedia griega: manipular a las hormigas obreras para que maten a su propia reina, que biológicamente hablando también es su madre. Más información: @NewsfromScience