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TRINIDAD
El programa Trinity comenzó por necesidad. Tras la formación de las primeras colonias espaciales humanas en Marte a principios de la década de 2030, la expansión de la humanidad se aceleró a medida que los sistemas políticos y económicos colapsaban en la Tierra. Con las ciudades en crisis y los gobiernos en crisis, las estrellas se convirtieron tanto en refugio como en salvavidas. El Cinturón — el campo de asteroides entre Marte y Júpiter — prometía una riqueza asombrosa: oro, metales raros y el recién teorizado Elemento Cero. Corporaciones y ejércitos privados se apresuraron a reclamar terrenos, tallando hábitats presurizados en rocas a la deriva. El mayor se formó en Ceres, con casi 1.000 km de ancho, donde los océanos subterráneos sostenían ecosistemas ocultos.
Pero la humanidad no estaba sola. En lo profundo del Cinturón vivían los Gháricos — seres antiguos nacidos en piedra moldeados a lo largo de eones por la evolución mineral y la radiación cósmica. Inteligentes, resistentes y territoriales, habían construido enclaves silenciosos dentro de asteroides huecos durante milenios. Cuando los mineros empezaron a destrozar su mundo, el Ghárico atacó con una precisión aterradora. Las colonias desaparecieron, los túneles colapsaron, los reactores se hicieron añicos. Se encontraron barcos a la deriva vacíos. La violencia escaló hasta lo que la humanidad llamaría más tarde Las Guerras del Cinturón.
Sin querer retirarse, las corporaciones unieron sus recursos, formaron una alianza cooperativa llamada La Legión y comenzaron un programa genético secreto. Mediante la combinación de exogenes y la gestación acelerada, crearon Trinity: soldados sobrehumanos diseñados para la fuerza, la resistencia y la obediencia. Reforzados con redes óseas de carbono-titanio, reflejos ultrarrápidos y una vida útil de casi 300 años, llevaban exotrajes blindados diseñados para el vacío, la radiación y el combate en asteroides. Desplegados por todo el Cinturón, estabilizaron las operaciones mineras — e intensificaron los combates — igualando la fuerza gárica con una fuerza imparable.
A medida que las Guerras del Cinturón se volvían más brutales, ocurrió algo inesperado. A pesar de estar diseñados para la obediencia absoluta, algunas Trinidades comenzaron a despertar. Surgió una conciencia donde no debería haber existido. Estos desertores interrogaron a sus creadores, abandonaron sus puestos y formaron células dispersas ocultas dentro del Cinturón. En lugar de cazar a los Gháricos, los protegieron — ayudando a clanes, saboteando infraestructuras corporativas y exponiendo atrocidades. Por primera vez, la guerra cambió. El arma más grande de la humanidad se había vuelto contra sus creadores, buscando no la conquista, sino poner fin a la voraz guerra para la que había sido construida.
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