El cubismo no terminó con Picasso. Evolucionó y resurgió de formas inesperadas a lo largo del siglo XX. En Portrait de Jacqueline au chapeau de paille multicolore (1962), Picasso revisita el movimiento que ayudó a encendecer, transformando la imagen de Jacqueline en un caleidoscopio de color y geometría angulada. La obra revela a un artista en la etapa tardía que permaneció comprometido sin disculpas con la reinvención, utilizando el cubismo no como un estilo sino como una forma de ver. Más de tres décadas después, Roy Lichtenstein responde a ese legado desde el otro lado del Atlántico. En Modern Art I (1996), filtra el cubismo a través de la claridad gráfica del Pop Art, reduciendo los complejos rompecabezas espaciales del movimiento a contornos nítidos, tonos saturados y su inconfundible lenguaje visual de cómic. El homenaje a Lichtenstein es a la vez lúdico y analítico, una traducción del cubismo al vocabulario de la cultura de masas que muestra cómo las ideas de vanguardia pueden resonar mucho después de su momento revolucionario. En conjunto, estas obras trazan una línea de influencia que abarca generaciones. Picasso deshizo la figura. Lichtenstein desarmó la idea. Vistas lado a lado, revelan el cubismo no como un periodo histórico, sino como una conversación viva entre artistas que están continuamente transformando la forma en que percibimos el mundo moderno. Ahora presentadas en nuestra subasta de Ediciones Contemporáneas, estas obras ofrecen a los coleccionistas la oportunidad de adquirir dos perspectivas distintas moldeadas por el impacto duradero del cubismo. Haz clic en el enlace de la biografía para saber más antes de que la subasta cierre el 19 de noviembre. ____________ En la foto: Roy Lichtenstein, Modern Art I, 1996. Pablo Picasso, Portrait de Jacqueline au chapeau de paille multicolore, 1962.